Sobre la última charla del ciclo "El papel de las ciudades en la lucha contra el cambio climático"

El pasado sábado 21 de diciembre tuvimos ocasión de organizar a la conferencia de Joaquín Araujo, La ciudad, del parasitismo a la simbiosis, dentro del ciclo "El papel de las ciudades en la lucha contra el cambio climático". Este ciclo tiene la finalidad de tratar el cambio climático desde distintas perspectivas y conseguir, como  diría el conferenciante, SALVAR LO QUE NOS SALVA. La conferencia tuvo lugar en la Real Academia de San Quirce, que llenó prácticamente su sala.

 

 

Joaquín Araujo es un ecologista singular: campesino, activista ecológico y cultural, escritor, poeta, hace radio, cine documental, imparte conferencias, etcétera. A lo largo de su carrera, ha recibido números premios: Global 500, dos veces el premio nacional de Medio Ambiente, Wilderness Writting, e, incluso, nominaciones al Goya y al Oscar por sus documentales. Ha  publicado 121 libros y plantado 27000 arboles.

 

 

Al hablar de las ciudades Araujo es un crítico radical: la ciudad actual esteriliza lo mejor de la naturaleza y con ello lo mejor de los seres humanos, que solo se pueden desarrollar plenamente en armonía con el medio ambiente. Parasita al medio que la rodea, no devuelve  nada a cambio.

 

 

Contrapone la ciudad al bosque con la imagen parasitismo versus simbiosis: la ciudad es la gran frontera, excluyente y dependiente de su medio natural. El bosque es hospitalario y abierto, vivo y sustentador de vida. La población de las ciudades crece tremendamente, mientras el medio natural se va empobreciendo a toda velocidad: 10.000 millones de árboles se pierden anualmente por diferentes causas, ligadas con frecuencia al cambio climático que hemos provocado y  con este sistema de vida depredador ya hemos sobrepasado la capacidad regenerativa de la naturaleza.

 

 

Araujo define las ciudades actuales como parasitarias: todas están “en medio del campo”. Suponen tan solo son el 4% de la extensión mundial, pero no hay rincón de la tierra que escape a su influencia perversa, contaminación, despilfarro, residuos, etcétera. Un dato asombroso es que actualmente lo que más producimos en el mundo son escombros. Considera que la ciudad podría equipararse a un oasis inverso, un agujero negro.

 

 

Alejarnos de la Natura nos ha llevado a “elegir” lo que no queremos, manipulados por la propaganda mercantilista de la que es muy difícil escapar. Durante la exposición, Araujo ha caracterizado poéticamente el bosque frente a la ciudad utilizando imágenes y términos creativos, Natura, Arba, Atalantar. Una de  las características de su personalidad como naturalista y escritor es este sentido poético.

 

 

Pero frente a este panorama duro y negro, ¿hay esperanza? ¿Podemos hacer que la ciudad sea parte de la solución? Araujo nos muestra varios caminos hacia una nueva cultura de lo natural y viviente, hacia un humanismo progresista. Tenemos el conocimiento, tenemos el poder, pero la dificultad estriba en saber ponernos límites. La libertad es el reconocimiento de nuestros límites y hay que asumir la importancia de la austeridad en nuestras vidas frente al consumismo que se nos ofrece constantemente.

 

 

Para esa transformación la educación es una  herramienta fundamental. Habló Araujo del sentido dual de la tecnología: los grandes avances actuales posibilitan importantes beneficios, pero también grandes peligros, sobre todo porque se han sacralizado como solución universal, haciéndonos esclavos de la herramienta en lugar de amos. La actual Ley de Educación ilustra este sesgo, pues apenas se mencionan dos veces las palabras vida y naturaleza, frente a las numerosas veces que aparece la palabra tecnología.

 

 

Para conseguir que las ciudades pasen de parásitas a simbiontes en este panorama complejo, el primer paso sería incluirlas de nuevo en la Natura y para ello la gran ayuda es el árbol, nuestro generoso protector, gran aliado para luchar contra los efectos del cambio climático. La frase “el mejor mobiliario urbano es un árbol” podría ser la clave de este primer paso, acompañado de  austeridad y mayor autosuficiencia.

 

 

La conferencia de Joaquín Araujo nos deja con muchas preguntas y nos propone pararnos a reflexionar sobre cuestiones vitales a las que desgraciadamente dedicamos poco tiempo en  la aceleración del día a día.

 

 

Conchita Domínguez, miembro de la Junta de Foro Geobiosfera

 

 

 

 

 

 

 

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